Padre Arbex
Nació de madre suiza y padre español, es un sacerdote Fidei Donum. Dejó la confortable Ginebra para ir hacia Perú en 1975.
Inició su trabajo en el altiplano de Puno, a más de 4.000 metros de altura. Después de algunos años (años duros, precisa el padre) se desplaza hacia la selva, para ocuparse de los niños esclavizados en las minas de oro de Mazuco, ciudad de Madre de Dios.
Al final, llega a Puerto Maldonado, capital del departamento. “Apronia explica el padre Xavier– es una asociación de protección del niño y del adolescente. Se ocupa de menores víctimas de explotación laboral y hoy, sobre todo, de explotación sexual”.
Apronia posee dos hogares de acogida, que actualmente albergan 75 personas entre menores y chicos más grandes. Uno de estos centros es Principito, y el otro lugar es el Hogar San Vicente donde nos encontramos. La estructura es muy simple y funcional: el comedor, la cocina, la sala de estudio, los dormitorios, las oficinas son casas autónomas. Preguntamos al padre Xavier cómo se desarrolla la vida e los jóvenes hospedados. “Se comportan como en una familia. Los chicos comen y duermen aquí. Van a la escuela del barrio, estudian, juegan, frecuentan a los amigos. En suma, son como hijos de una familia de clase media. La única diferencia está en el número:en lugar de tener tres hijos, la familia Apronia tienen más de 70.
La asociación oficialmente está destinada a niños y adolescentes, pero no hay límite de edad, como nos subraya el padre Xavier. “No abandonamos a nuestros chicos de 18 años, les seguimos hasta que entran en lavida. Hay una veintena de ellos que frecuentan la Universidad en Lima, en Tacna, en Cusco y aquí en Puerto Maldonado (donde hay cinco universidades).